Sinopsis del Pbro. Sergio Valverde Espinoza

Sergio Arturo Valverde Espinoza, nacido el 28 de febrero de 1968, es el primogénito de José Gerardo Valverde Pérez (q.d.D.g) y María de los Ángeles Espinoza Montiel (q.d.D.g). Nació y creció en Barrio Cristo Rey, en una casa de madera humilde y sencilla, y en medio de la pobreza, junto a sus cuatro hermanos. 

Desde su infancia, la adversidad económica marcó su camino, obligándolo a trabajar desde niño para costear sus estudios y ayudar a sus padres. Pintar aulas, arreglar pizarras, organizar rifas, lavar carros y hasta cultivar maíz y chile en los lotes baldíos colindantes a su casa fueron solo algunas de las múltiples tareas que desempeñó. Su dedicación a labores altruistas, como la fundación de la Cruz Roja y Cruz Verde en su escuela, y su participación en diversas organizaciones sociales evidencian su inclinación desde muy pequeño por ayudar a los demás.

De joven trabajó en la Cancillería de la República y en la Guardia Rural. Desde allí colaboró con el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) logrando uno de sus sueños, luchar contra la delincuencia y el narcotráfico.

«Si mil veces naciera, mil veces sacerdote fuera. Desde pequeño soñé con ser sacerdote… Dios me preparó. Vi el hambre, vi el dolor, vi a mis papás orando y trabajando porque no había luz ni agua”.

La admiración que sentía al ver cómo se celebraba la Santa Eucaristía hacía que, siendo niño, agarrara las sábanas de la cama y se “revistiera” como sacerdote. Fue monaguillo, y en cierta ocasión, aprovechó para encender el equipo de sonido del templo e imitar al sacerdote. Cuando el párroco se percató le explicó con gran bondad todo lo que esto significaba, fortaleciendo en él el sueño de ser sacerdote. Este sueño se hizo realidad el 8 de diciembre de 1999, cuando Monseñor Román Arrieta (q.d.D.g) le impuso las manos y lo ordenó sacerdote. Desde entonces, se declara el hombre más feliz de la tierra.

Inició su labor pastoral en San Juan de Tibás y, posteriormente en la Iglesia La Merced, donde asumió la dirección y asesoría espiritual de la Renovación Carismática a nivel nacional e inclusive latinoamericano. Desde la capital y cerca de la Zona Roja comenzó a planificar la ayuda para personas en condición de indigencia. Valverde recuerda que, durante este proceso, se percató de que más allá del hambre, las personas tenían una necesidad de ser escuchadas.

Su compromiso con los más vulnerables se consolidó cuando, en el año 2000, respondió al llamado de Monseñor Hugo Barrantes (q.d.D.g) para servir en Barrio Cristo Rey; ya que la Parroquia estaba en proceso de cerrarse por la situación del narcotráfico y violencia. A pesar de las adversidades y los asaltos a los sacerdotes anteriores a él que celebraban allí la Santa Eucaristía, celebró la primera misa en Cristo Rey con tan solo 17 asistentes, marcando así el inicio de una misión dedicada a los niños y la comunidad.

Las condiciones de vida de muchas familias en Cristo Rey eran paupérrimas, vivían en extremas condiciones de pobreza, acompañadas muchas veces de situaciones de alcoholismo, drogas, prostitución, violencia intrafamiliar y otros. Fue así como en el año 2000 fundó la Asociación Obras del Espíritu Santo. En el salón de la Iglesia empezó a servir comida a los niños y a sus mamás, actualmente de ese comedor salen más de 2.000 platos de comida al día, visitaba los precarios cercanos de la comunidad y continuaba llevando alimentos a los indigentes de la Zona Roja de San José.

«Mi misión es trabajar por la niñez. Los primeros niños que llegaron a nuestro comedor estaban llenos de piojos y garrapatas. La primera noche me robaron todo en el salón en el que yo iba a empezar a dar de comer, pero ese día sentí que Dios me dijo hacia dónde quería dirigir mi sacerdocio: dar mi vida por los niños para que ellos no tuvieran que vivir lo que cruelmente les sucedía”.

En el mes de diciembre del año 2000, el Padre Sergio Valverde organizó la primera Fiesta de Navidad «¡Jesús: a tus niños los cuida tu Iglesia!». Este evento tuvo lugar en la Zona Roja de San José, específicamente en el antiguo Parqueo El Abuelo, y contó con la participación de 1.000 niños. Desde entonces, esta celebración navideña ha experimentado un notable crecimiento y, en la actualidad, se lleva a cabo para 50.000 niños en alto riesgo social de todo el país.

Hoy día la Asociación Obras del Espíritu Santo brinda atención integral a más de 200.000 beneficiarios mensuales, de los cuales 150.000 son niños, adolescentes y jóvenes. Esta atención integral se extiende a diversas áreas esenciales para el desarrollo y bienestar de la población, abarcando aspectos como alimentación, albergues, educación, salud, promoción humana, evangelización, cultura, recreación, asesorías, entre otras. La institución, que este año celebra su 25 aniversario, ha trascendido fronteras al establecer filiales en Guatemala, El Salvador y Nicaragua. 

La Obra funciona de manera permanente, 24/7 los 365 días del año, ofreciendo atención integral a personas en condición de pobreza extrema, pobreza y alto riesgo social, sin diferencia de nacionalidad, raza, lengua, credo religioso ni ningún otro tipo de distinción. 

Actualmente, el Padre Sergio dirige y desarrolla uno de los proyectos más grandes de su misión, sin dejar de lado los programas sociales y misiones diarias de la Obra: la construcción de los Albergues Juveniles de la Alegría “Torres Espíritu Santo”, que albergarán y brindarán atención integral a 744 jóvenes en alto riesgo social. 

El pasado 9 de septiembre el Padre recibió el honorable nombramiento como cuidadano distinguido por la Asamblea Legislativa de Costa Rica.

«Son 25 años de acción social bajo la guía y la acción del Espíritu Santo, que han permitido heredar a este y otros países una obra de misericordia de grandes dimensiones. Con el corazón puesto en el cielo y los pies firmes en la tierra, puedo decir, al igual que el Apóstol San Pablo: hemos hecho tan solo lo que teníamos que hacer. La Obra no es mía, del Padre Sergio, sino del Espíritu Santo».

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